El presidente de Colombia, Gustavo Petro, declaró el pasado lunes Estado de Conmoción Interior y de Emergencia Económica, luego de los hechos de violencia ocurridos desde el jueves de la semana pasada en la región del Catatumbo, una “zona gris” donde el conflicto colombiano ha escalado a un nivel en donde el Estado Profundo lleva a cabo “acciones agresivas por debajo del umbral del conflicto abierto” con la mira puesta sobre Venezuela. Esta decisión no ocurría en Colombia desde que el mismo Álvaro Uribe Vélez hace poco más de 20 años, cuando el Estado colombiano quiso crear unas Zonas sin ley, en Arauca. Imagine a Uribe pensando en Petro, tarareando aquella canción compuesta por Juan Gabriel, “Te pareces tanto a mí que no puedes engañarme” desde su finca, “Ubérrimo”, (donde en el pasado se coordinaban las acciones de las Autodefensas de Colombia en el Departamento de Córdoba).
La Paz Total de Petro ha resultado ser un plan contrainsurgente más del Estado colombiano en su afán de torcer la fuerza de la insurgencia colombiana, representada especialmente en la figura del Ejército de Liberación Nacional (ELN). Su objetivo a través de su principal figura, Otty Patiño, Alto Comisionado para la Paz de Colombia, es dividir, quebrar la estructura del ELN y las organizaciones de base que de una u otra manera están vinculadas en el territorio a la insurgencia, para ello, Petro implementa planes de inteligencia que venían desde los gobiernos de Santos y Duque, que a su vez son continuidad de la doctrina militar colombiana de Seguridad Democrática, dándole sustento a todo sus elementos con la paz territorial.
La disputa en la región del Catatumbo expone las dos formas de concebir la revolución, por un lado la de la insurgencia y por la otra lo de los ex Farc. Para los ex, los medios no importan, lo que sea que genere un acumulado político o para la guerra, si ese fuera su objetivo o para el patrimonio personal o la contrarrevolución. Para lo ex, por ejemplo, en Venezuela, no hay revolución. Aquí hay madurismo y este se apoya en frontera con el ELN. La narcodictadura. Es el discurso del PCV y la oposición violenta en el país. Las disidencias en este sentido son funcionales o agentes activos de los planes de Washington contra Venezuela y el ELN, por separado o en su conjunto. Otra contradicción en el seno de lo ex, es su relacionamiento con la población organizada y ha sido expuesto en el Catatumbo. Los ex han sido tentados por el autoritarismo y la imposición por la fuerza, lo cual lleva a contradicciones permanentes, que estallaron con los últimos hechos en la región. De allí la rabia de Petro, Catatumbo añade nuevos obstáculos a su Plan de desarme y desmovilización.
Para complementar lo que hemos señalado anteriormente, leamos con atención lo que Petro escribía en su cuenta X: “La revolución solo se puede hacer con el pueblo y sin violencia. Es la paz, la bandera revolucionaria, porque es la bandera de la vida. Se declara el estado de conmoción interior y el estado de emergencia económica. Espero del Poder Judicial su apoyo” y también ha señalado que “El ELN ha escogido el camino de la guerra y guerra tendrá”.
Desde otra perspectiva, los comunicados del ELN a través del Frente de Guerra Nororiental, ofrecen otro relato muy distinto al sembrado desde los grandes emporios de la comunicación global. Lo primero que nos invita el comunicado del ELN a mirar es el origen de los hechos recientes ocurridos en el Catatumbo: “…el pasado 15 de enero fueron asesinados el señor Miguel Ángel López, junto a su esposa, Zulay Durán Pacheco y su pequeño hijo Miguel Herney, hechos sucedidos sobre la vía que conduce del municipio de Tibú a la ciudad de Cúcuta”. En el mismo Comunicado 1, el ELN se deslinda de la responsabilidad material e intelectual de este reprobable hecho: “Informamos que el ELN no tiene ninguna responsabilidad en los hechos, al tiempo que expresamos nuestra solidaridad y sentimientos de consideración con la familia, amigos y en general con el pueblo Tibuyano”. Y finalmente, el Comunicado 1, señala a los responsables: “Denunciamos ante el pueblo de la región que la acción fue perpetrada por integrantes del denominado Frente 33 de las extintas Farc al tiempo que nos comprometemos en dar con los responsables del crimen”. Un segundo comunicado aborda el fondo del conflicto reciente: “El Frente de Guerra Nororiental no podía dejar pasar desapercibidos crímenes como los cometidos contra Miguel Ángel, su esposa y su Bebé de nueve meses, que se suman a incontables hechos de agresión contra la población y el ELN. Miguel solo prestaba servicios de orden humanitario y social desde su negocio de funeraria. Crimen que el Gobierno y sus Fuerzas Militares pretenden dejar en la impunidad, y ahora protegen a los responsables”. Y finalmente, el Comunicado 3, deja sentada la visión de la insurgencia sobre la postura del gobierno de Petro: “Mientras “Richard Suárez”, jefe del 33, personaje siniestro y perverso, aterrizado en la región desde El Caguán para pretender imponer su ley a las y los Catatumberos, cual emperador a destiempo, amenaza con venganza y muerte en el territorio, el presidente Gustavo Petro aterrizó en Tibú para anunciar “Estado de Conmoción interior y militarización”, mientras sigue aplazando la firma y la ejecución del llamado Pacto Territorial por el Catatumbo, acuerdo comprometido por el Gobierno Nacional y exigido por las comunidades para que el Estado empiece a pagar la histórica deuda social con esta zona del país. Se repite la historia, a un profundo problema social responden con salidas de guerra”.
¿A quién debe creerse? ¿De cuál lado está la razón y la verdad sobre lo que ocurre en el Catatumbo?
Desde el movimiento social de la zona del Catatumbo, el reclamo es al gobierno de Petro, que ha incumplido con los acuerdos que hizo con las comunidades. ¿Por qué no se habla del Pacto Territorial para la transformación del Catatumbo, un acuerdo que hecho con el gobierno de Petro? Lo que debería ser tratado como un problema social ahora lo ataca con más guerra. Las comunidades han pedido que la presencia estatal sea efectiva.
En otro pronunciamiento de las organizaciones populares del Catatumbo frente a la crisis humanitaria generada en la región, el pasado 20 de enero pone de manifiesto otra realidad: “Las organizaciones de la sociedad civil del Catatumbo, les preguntamos de forma abierta y les pedimos que se pronuncien de manera clara sobre lo siguiente: ¿existen o no las garantías y condiciones necesarias para el ejercicio de la labor social y humanitaria de los liderazgos y organizaciones de base en la subregión del Catatumbo? (…) Rechazamos de forma contundente todos los ataques o amenazas en contra de quienes ejercemos labores de liderazgo social, personas defensoras derechos humanos, firmantes de paz y población no combatiente”. Termina el comunicado firmado por el Comité de Integración Social del Catatumbo – CISCA Asociación Campesina del Catatumbo – ASCAMCAT Movimiento por la Constituyente Popular – MCP; Asociación por la Unidad Campesina del Catatumbo – ASUNCAT y respaldado por más de 131 organizaciones de base: “Por las dolorosas consecuencias que ha dejado la confrontación armada esta semana, el territorio ha sufrido un número indeterminado de personas asesinadas, heridas, retenidas, confinadas y familias desplazadas, es por eso por lo que les solicitamos de manera urgente, se establezca un cese inmediato de las intimidaciones, hostigamientos, homicidios selectivos y amedrentamientos en contra de la población civil”.
Desde el Estado Profundo, José Carlos Cueto, un corresponsal de BBC News Mundo en Colombia, de esos que figuran en la nomina de aparatos de inteligencia, en un artículo recientemente publicado señala: “En múltiples ocasiones y a través de los mandos del Frente Oriental del ELN, líderes de la guerrilla declararon lealtad a Maduro y su proyecto, al que conciben como socialista continental”. Y aquí empieza a tejerse el fondo de la narrativa que se trata de imponer sobre los hechos del Catatumbo. El “periodista” basa sus señalamientos sobre “un informe de 2024 de la Fundación Paz y Reconciliación en Colombia describió que el ELN llega a territorios presentándose como defensores de la “revolución bolivariana”” y otro de “la organización Human Rights Watch, también basada en información de “múltiples testigos, personas desplazadas y funcionarios humanitarios”, dieron cuenta en 2022 de «operaciones conjuntas» de la FANB y la Guardia Nacional Bolivariana con “guerrilleros del ELN””. Ninguno hace referencia a la labor de la inteligencia colombiana, la DEA, la CIA, el Frente 33, el Cartel de Sinaloa y las bandas delictivas bajo las órdenes de María Corina Machado, en la confluencia de un plan que transciende fronteras. Al final solo importa para quienes diseñan la estrategia de exterminio de la Revolución Bolivariana y a la que Petro le hace un franco favor, en la que se eleva el conflicto en el Catatumbo como un mero hecho de disputa militar por las zonas cocaleras y colocar a Venezuela como aliado de uno de los protagonistas del conflicto, partiendo que estamos ante la presencia de una “narco-dictadura”. Recordemos las declaraciones de Marco Rubio, hoy Secretario de Estado de la administración del gobierno de Trump: “El resultado de esta farsa electoral era totalmente predecible desde el principio. Más aún por los tres años de concesiones y negociaciones con la narcodictadura de Maduro…” (Columna publicada en el Miami Herald en agosto de 2024) o esta otra sobre el Ministro de Interior, Justicia y Paz, el compañero Diosdado Cabello: “Diosdado Cabello no es un simple líder político, es el Pablo Escobar de hoy de Venezuela, un narcotraficante” (julio 2017). Sobre este tema, mi padre, Miguel Antonio Salazar en múltiples ocasiones que intercambiamos datos sobre la situación de Venezuela, me señalaba con mucha preocupación y vehemencia, que allí estaba la estrategia principal del enemigo sobre Venezuela. Lo que daba luz verde sobre las distintas iniciativas conspirativas y solicitudes de intervención militar sobre el país. Él me insistía que lo habían intentado con Hugo Chávez y que insistirían con Nicolás Maduro a quien Washington veía como más vulnerable.
¿Por qué no se hace referencia a las actividades de lo que denominan “Frente 33” y su impacto sobre el Catatumbo? El Frente 33 es funcional a los planes de Washington que se articulan contra Venezuela, tal como ocurrió con el Frente 10 en la frontera colombiana con Apure. Hacemos referencia a un grupo cuya cúpula y principales mandos en el territorio fue penetrado por la inteligencia colombiana, la DEA y la CIA. Un grupo al cual su estructura fue puesta al servicio de los carteles mexicanos, como el Cartel de Sinaloa. Los carteles pagan bien a sus bases y mueven mucho dinero y sus capacidades logísticas.
Casi todas las denominadas disidencias de las FARC, sino su totalidad, se han convertido en bandas delincuenciales vinculadas al narco y constituyen una fuerza de choque articuladas al plan de Washington contra Venezuela y el ELN.
El conflicto armado en Colombia se manifiesta en el Catatumbo, contra el llamado Frente 33, como se manifestó en Arauca contra el Frente 10. Los planes son los mismos, los articuladores están en Cúcuta, son la inteligencia colombiana y las Misiones yanquis. La llegada de las Fuerzas Militares colombianas, ahora buenas, según Petro, son una amenaza para la región y para Venezuela.
Estas disidencias protegidas ahora por Petro y el “Ejercito Constitucional”, como lo llamó, están articuladas a estos planes y al plan contrainsurgente, que se potencian con la llegada de Trump y sus halcones.