El asesinato de John F. Kennedy en 1963 acaba de dar un giro explosivo.

Ayer, el Archivo Nacional liberó 80000 páginas por orden de Donald Trump, y entre líneas emerge un nombre inesperado: Israel. Un memorándum de la CIA de 1963 destapa el choque entre JFK y Israel por el reactor nuclear de Dimona. Kennedy exigía inspecciones; Israel, con David Ben-Gurión al mando, lo vio como un ataque directo. Ben-Gurión dimitió en junio, meses antes de los disparos en Dallas. ¿Coincidencia? Los archivos no lo dicen, pero un dato quema: la CIA marcó como intocable cualquier mención a inteligencia israelí.

Hoy ya hablan del Mossad como posible cerebro en la sombra, aunque no hay prueba sólida. Lee Harvey Oswald sigue como el pistolero oficial, pero su viaje a México y contactos con soviéticos y cubanos abren la puerta a más jugadores.

Los 6 millones de páginas totales no tumban la versión Warren, pero la grieta está ahí. Si Israel metió mano, el tablero geopolítico actual —con Trump al frente— podría estallar.

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